En Choele Choel, el intendente Diego Ramello intenta apurar, casi a contrarreloj, una obra de asfalto que le permita dejar una marca en su mandato. La propuesta de pavimentar 20 cuadras fue recibida con entusiasmo por los vecinos, pero el modo en que pretende financiarla abrió un áspero debate político y social que desnuda, más que un plan de gestión, la desesperación de un gobierno que llega a su final con un balance pobre en obra pública.
Primero fue la idea de un crédito millonario, con tasas de interés exorbitantes que hacían tambalear las cuentas municipales. Pese a la resistencia de parte del Concejo Deliberante, el oficialismo logró aprobar la autorización. Sin embargo, como era previsible, el endeudamiento resultó inviable. Ahora, en un nuevo giro, Ramello quiere vender tierras fiscales para “hacer caja”.
El problema es que la propuesta llegó sin claridad sobre valores, mecanismos de venta ni destino de las tierras. Peor aún, incluyó en el listado terrenos de la costa del río, cuya venta solo puede resolverse mediante referéndum popular. La maniobra encendió alarmas no solo en la oposición sino también en la comunidad, que mira con recelo la posibilidad de que patrimonio público termine en manos de unos pocos o se preste a la especulación inmobiliaria.
La voz que incomodó
El concejal radical César “Pitu” Yunes salió a marcar la cancha. En un posteo en redes sociales recordó que la oposición tiene la responsabilidad de controlar al oficialismo y que no está dispuesto a avalar una venta “indiscriminada” de tierras. “En Choele la tierra pública es escasa, y por lo tanto debemos darle más valor que el precio de mercado. Aun cuando el deseo de asfaltar sea legítimo, no estoy dispuesto a habilitar su venta para que termine en pocas manos”, escribió con contundencia.
El mensaje fue claro: el fin no justifica los medios. Yunes se plantó frente a lo que consideró una estrategia improvisada, con más olor a necesidad política que a planificación seria.
Prioridades en disputa
Mientras tanto, la gestión de Ramello deja otras marcas: aumento de la desocupación, recorte de apoyos a instituciones, y abandono de comedores comunitarios que surgieron como respuesta a la crisis. En ese contexto, priorizar el asfalto por sobre el hambre no solo expone una ideología, sino también una desconexión con la realidad de muchos vecinos.
La obra vial es necesaria, nadie lo discute. Lo cuestionable es el modo en que se busca alcanzarla y el momento político en que aparece: un intendente en retirada, sin posibilidad de reelección, urgido por dejar un legado que le devuelva parte de la imagen desgastada tras una gestión que, a la hora del balance, se recordará más por lo que no pudo hacer que por lo que logró.
En Choele Choel, el debate no es solo sobre asfalto: es sobre qué se hace con los recursos de todos, a quién se beneficia y cuáles son las prioridades de un gobierno que parece más preocupado por su despedida que por atender las urgencias de la gente.










