Home / OPINIÓN / (Opinión) DIA DE LA LEALTAD: LAS ACCIONES POLÍTICAS, POR SÍ SOLAS, HABLAN DE LEALTAD O DESLEALTAD MÁS ALLÁ DE LOS PARTIDOS

(Opinión) DIA DE LA LEALTAD: LAS ACCIONES POLÍTICAS, POR SÍ SOLAS, HABLAN DE LEALTAD O DESLEALTAD MÁS ALLÁ DE LOS PARTIDOS

Hoy, 17 de octubre, el peronismo conmemora el Día de la Lealtad. Una fecha que evoca multitudes, consignas, banderas celestes y blancas con la escarapela justicialista, y el recuerdo de aquel 1945 en que el pueblo salió a las calles a reclamar la libertad de su líder. Pero más allá del simbolismo histórico, esta jornada nos invita —quizás más que nunca— a reflexionar sobre qué significa, en esencia, ser leal.

Porque la lealtad no es un acto de devoción ciega hacia una persona, ni un juramento a una bandera, ni siquiera una adhesión automática a un partido. La lealtad auténtica, la que merece respeto y compromiso, es aquella que se construye con conciencia, con principios y con un norte claro: la justicia social.

El peronismo nació como un movimiento que puso en el centro a los trabajadores, a los humildes, a quienes habían sido invisibilizados por décadas. Su lealtad no era al uniforme, ni al discurso grandilocuente, sino a una idea poderosa: que la política debe ser una herramienta para transformar la realidad, para garantizar derechos, para dignificar la vida de los más necesitados.

Y ahí radica el corazón de la verdadera lealtad. No se trata de repetir consignas, ni de defender a ultranza a un dirigente por el simple hecho de pertenecer al mismo espacio. La lealtad se demuestra cuando exigimos coherencia entre el discurso y la acción. Se demuestra cuando no callamos ante decisiones que traicionan los principios fundacionales. Porque si la política deja de ser un instrumento al servicio del pueblo y se convierte en un fin en sí misma —en un juego de poder, en una lógica de privilegios o en una carrera personal—, entonces ya no hay lealtad. Hay complicidad.

Ser leal hoy no es aplaudir sin cuestionar. Es recordar que detrás de cada política pública hay una vida, un plato de comida, una casa, una escuela, un trabajo. Es exigir que las decisiones políticas no se alejen del compromiso con los más vulnerables. Porque la lealtad no se mide por cuántas veces se dice “yo soy peronista”, sino por cuántas veces se actúa como tal.

En tiempos de fragmentación, de individualismos exacerbados y de discursos vacíos, recuperar el sentido profundo de la lealtad es urgente. No se trata de lealtad a un nombre, a un apellido o a un color partidario. Se trata de lealtad a una causa: la de construir una sociedad más justa, más equitativa, más humana.

Por eso, en este Día de la Lealtad, no celebremos solo un hito histórico. Celebremos el compromiso cotidiano con los que menos tienen. Porque mientras la política siga siendo una herramienta para ellos, seguiremos siendo leales. Pero si se aparta de ese rumbo, ninguna bandera, ninguna consigna, ninguna foto en una marcha podrá ocultar que la lealtad se ha perdido.

Deje un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *