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“Situación muy delicada”: aumenta la cantidad de despidos en Argentina por la caída industrial

Diversas compañías argentinas anunciaron el despido y suspensión de centenares de trabajadores en medio de la caída de las ventas y la apertura a las importaciones. “La mayoría de las empresas que cierran están orientadas al mercado interno y dependen del consumo local”, dijo a Sputnik un experto.

(Por Juan Lehmann para Sputnik).- La situación que atraviesa la industria del país volvió a quedar expuesta en el inicio de diciembre, cuando cuatro de las grandes firmas del ecosistema productivo anunciaron centenares de suspensiones y despidos, en virtud de la caída de las ventas y la cada vez más difícil competencia ante la apertura a las importaciones.

La firma que selló el cataclismo productivo fue la emblemática Whirlpool, que cerró una de sus plantas más relevantes en la provincia de Santa Fe (centro) dejando a 220 personas sin empleo. Antes, la textil Magnera y la fábrica de ollas Essen echaron a 100 y 30 trabajadores, respectivamente. A estas compañías se sumó Electrolux, que aplicó suspensiones rotativas a 400 empleados. El ajuste también alcanzó a metalúrgicas y proveedores del sector electrónico.

Aunque la actividad mostró un crecimiento interanual superior al 5%, la dinámica convive con un deterioro profundo del aparato productivo. Sectores como la industria manufacturera, la construcción, el textil y el comercio permanecen muy por debajo de los niveles previos a 2023. La razón del salto se debe, principalmente, a la intermediación financiera (+39,7%) y la pesca (+58,2%), entre otros sectores ligados a los recursos naturales.

Según datos oficiales de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, en los últimos dos años cerraron 17.000 empresas más de las que abrieron, en su mayoría pequeñas y medianas orientadas al consumo interno, con una pérdida neta de 236.000 empleos registrados.

La apertura de importaciones promulgada por el Gobierno, tan efectiva para abrir la competencia y forzar precios a la baja como forma de controlar la inflación, golpeó con especial dureza a electrodomésticos, metalúrgicas y textiles. En estos sectores, el ingreso de productos redujo precios internos hasta un 20% y forzó reestructuraciones. Varias multinacionales abandonaron la producción local para reemplazarla por bienes importados con menores costos.

La apreciación del peso frente al dólar también afectó la competitividad. La estrategia oficial de mantener el tipo de cambio atrasado encareció exportaciones industriales y redujo márgenes. A esto se sumó un alza de tasas de interés, que restringió el acceso al financiamiento y dificultó a las empresas sostener inventarios, capital de trabajo y planes de inversión.

El derrumbe de empleo formal no se refleja en un aumento del desempleo, sino que hay un profundo cambio cualitativo en el mundo del trabajo. Un informe del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la Universidad de Buenos Aires registró que la informalidad alcanzó 43,2%, el nivel más alto desde 2008. Es decir, que una porción relevante de los despedidos pasó directamente al empleo no registrado, en peores condiciones laborales.

El impacto en los jóvenes es aún mayor: seis de cada diez ocupados de entre 18 y 24 años se desempeñan en condiciones informales, sin acceso a seguridad social. Para los especialistas, estas cifras explican por qué la caída del empleo formal no se refleja de inmediato en el desempleo abierto: el ajuste se desplaza hacia el trabajo precarizado.

La industria textil sintetiza la magnitud del problema. Entre diciembre de 2023 y agosto de 2025 desaparecieron 333 empresas y se perdieron 14.000 empleos. Plataformas como Temu y Shein y la llegada de ropa de bajo costo mayoritariamente proveniente de Asia catalizaron la crisis del sector.

La metalurgia muestra un cuadro similar. La Asociación de Industriales Metalúrgicos de la Argentina estimó que la actividad opera casi un 18% por debajo de 2023 y que el sector perdió 15.000 empleos en los primeros últimos dos años. La utilización de la capacidad instalada ronda el 44%, niveles comparables a los de la pandemia.

Crónica de una crisis anunciada

“El empleo regiLa mirada fue compartida por el economista Sergio Arelovich, investigador del Mirador de Actualidad del Trabajo y la Economía.

Consultado por Sputnik, el especialista destacó que “se empieza a notar con mucha fuerza la caída de la demanda de artículos de consumo”, y agregó que el empleo reacciona con demora: “estamos frente a un pico en la ola de despidos, pero esto no significa que no pueda profundizarse”.

Arelovich subrayó que los sectores que crecieron no compensan el golpe: “En forma neta no crean empleo, y en algunos casos lo expulsan”. La consecuencia es lineal: “La mayoría de las empresas que cierran están orientadas al mercado interno y dependen del consumo local“, resaltó.

El deterioro silencioso

Para Campos, el primer efecto será más precarización: “Los despidos industriales no siempre se ven en las cifras porque crece la informalidad, y esto termina engañando al confundir la cantidad de empleo con la calidad del mismo”.

El investigador remarcó la ausencia de motores laborales: “No hay sectores que traccionen empleo formal; los ganadores del modelo no demandan mucha fuerza de trabajo“.

Asimismo, el experto anticipó un deterioro más profundo: “Esto destruye a la industria de manera muy heterogénea”. Textil, calzado, electrónica y metalmecánica figuran entre los más vulnerables. “Solo el sector de la construcción podría ‘rebotar’ rápido si mejora la obra pública o el crédito”, expuso.

Arelovich, en paralelo, vinculó la precarización con la agenda oficial: “Los regímenes que buscaban flexibilizar despidos e indemnizaciones no redujeron la informalidad”. Y advierte: “La flexibilización laboral nunca fomentó la formalización de los trabajadores”.

Ambos expertos coincidieron en que el escenario tiende a la consolidación de un mercado laboral de baja calidad. “Cuando aumentó el empleo fue por crecimiento de la actividad, no por flexibilización. Con recesión y apertura, los despidos son inevitables”, concluyó Arelovich.

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