El premio Nobel de Economía Paul Krugman lanzó una feroz crítica contra el reciente acuerdo financiero entre Estados Unidos y Argentina, calificándolo como una “peligrosa intromisión” que busca proteger intereses privados y no estabilizar la economía argentina. En una columna publicada en su blog personal, Krugman desmontó la lógica detrás del swap cambiario por u$s20.000 millones anunciado esta semana por el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y el gobierno de Javier Milei.
El acuerdo, oficializado el jueves, incluye la intervención del Tesoro norteamericano en el mercado cambiario mediante la compra de pesos argentinos y la creación de un mecanismo de swap con el Banco Central de la República Argentina. Además, ratifica el esquema de bandas cambiarias impulsado por el gobierno de Milei como parte de su controvertida estrategia de estabilización económica.
Sin embargo, para Krugman, esta medida no solo es ineficaz, sino profundamente cínica. “No existe ningún escenario plausible en el que u$s20.000 millones salven la fallida estrategia económica de Javier Milei”, escribió el economista, quien comparó el plan actual con el desastroso régimen de convertibilidad que llevó a Argentina al colapso en 2001. “Se parece mucho al de Milei tanto en concepto como en resultados: una euforia inicial seguida por el desastre”, advirtió.
Krugman fue aún más contundente al cuestionar los verdaderos beneficiarios del rescate. Acusó al Tesoro estadounidense de actuar para “proteger las apuestas de los amigos de Bessent”, en referencia al pasado de este último como gestor de fondos de cobertura. Citando reportes periodísticos, señaló que inversores como Rob Citrone —excolega y “viejo amigo” de Bessent— habrían adquirido activos argentinos poco antes del anuncio del swap. “¿Aprovechará Citrone el ‘puente financiero’ respaldado por los contribuyentes para retirar su dinero y huir? Si no lo hace, sería un tonto, porque eso es lo que está haciendo el dinero inteligente”, ironizó Krugman.
El Nobel también subrayó una profunda contradicción en la política exterior de la administración Trump: mientras recorta drásticamente la ayuda humanitaria internacional —“millones de niños mueren por esos recortes”, escribió—, no duda en movilizar miles de millones para sostener a un gobierno de derecha en el sur del continente. “La administración Trump realmente detesta otorgar ayuda exterior con fines humanitarios, pero una línea de rescate al gobierno de derecha de Argentina, ¡ningún problema!”, apuntó con sarcasmo.
Con una autocrítica mordaz, Krugman concluyó: “Debo aprender a ser más cínico”. Y resumió su diagnóstico con una frase contundente: “Mientras millones de niños mueren por los recortes de ayuda internacional, los contribuyentes estadounidenses terminan pagando miles de millones para rescatar a los amigos de Bessent en un intento inútil y predecible de salvar al ‘Elon Musk del Sur’”.
La columna de Krugman ha reavivado el debate global sobre los límites éticos de la política económica internacional y el rol de los gobiernos en proteger intereses financieros privados bajo el disfraz de la estabilidad macroeconómica.