Los trabajadores y profesionales de la salud pública de Río Negro, nucleados en ASSPUR, volvieron a marcar distancia del gremio estatal ATE y del Gobierno provincial, al denunciar que los acuerdos salariales alcanzados en la Mesa de la Función Pública “son miserables” y no contemplan las necesidades reales del sector.
El reclamo de los autoconvocados de la salud apunta a un salario mínimo de 1.800.000 pesos, cifra que consideran indispensable para cubrir la canasta básica y garantizar condiciones de vida dignas en un contexto inflacionario que golpea con fuerza el bolsillo de los estatales.
Movilización en Viedma y protestas en hospitales
La tensión se hizo visible el lunes, cuando afiliados de ASSPUR se movilizaron en Viedma, en la previa de la reunión de la Función Pública. La protesta también se replicó en hospitales y centros de salud de toda la provincia, donde se desplegaron acciones de visibilización y medidas de fuerza.
En un comunicado, el gremio fue tajante:
“El Gobierno vuelve a cerrar con ATE acuerdos miserables en la Mesa de la Función Pública”, cuestionaron, en alusión a la aceptación por parte de la conducción de Rodrigo Vicente de una oferta salarial basada en sumas fijas de entre 20 y 40 mil pesos.
ASSPUR remarcó que ATE “no representa a quienes sostienen los hospitales” y advirtió que estas negociaciones “condenan a los trabajadores de la salud a la pobreza estructural”.
Una paritaria propia para salud
El gremio volvió a insistir en su reclamo histórico: la apertura de una paritaria sectorial exclusiva para salud, que permita discutir de manera directa las condiciones de trabajo y salariales de médicos, enfermeros, técnicos y demás profesionales.
Según remarcan desde ASSPUR, las negociaciones en el marco de la Función Pública tienden a diluir las demandas específicas del sistema sanitario, en tanto se mezclan con las de otros sectores de la administración pública.
Un conflicto que crece
El enfrentamiento entre ASSPUR y ATE no es nuevo, pero se intensifica en un contexto de alta conflictividad social y económica. Mientras el Gobierno busca cerrar acuerdos que descompriman la presión salarial, los profesionales de la salud sostienen que los aumentos por sumas fijas no alcanzan ni de cerca a recomponer los ingresos frente a la inflación acumulada.
La disputa vuelve a dejar expuesta una fractura sindical que trasciende lo coyuntural: el modelo de representación de los trabajadores estatales en Río Negro y la falta de reconocimiento de la salud pública como un área crítica con problemáticas propias.
Editorial
La pulseada que protagoniza ASSPUR desnuda algo más profundo que una discusión salarial: la precarización estructural de un sistema de salud que depende del sacrificio de sus profesionales para sostenerse en pie. Mientras ATE prioriza su rol de interlocutor general con el Gobierno, ASSPUR reclama voz propia para quienes cargan con guardias interminables, falta de insumos y salarios que no alcanzan.
El verdadero problema no es solo cuánto aumentan los sueldos, sino cómo se define quién negocia en nombre de los trabajadores de la salud. Si los acuerdos continúan cerrándose sin la participación de quienes están en la primera línea, el conflicto no hará más que profundizarse, con un costo que se paga en la calidad de atención que recibe la comunidad.
En definitiva, el debate es más político que salarial: ¿puede seguir funcionando un sistema donde los que curan no son escuchados?