En un espectáculo digno de sí mismo, Donald Trump inauguró la Asamblea General de la ONU con lo que pareció más un monólogo de autocelebración que un discurso diplomático. Con la soberbia que lo caracteriza, el expresidente estadounidense se declaró artífice de hazañas históricas, entre ellas haber terminado con “siete guerras” en apenas siete meses de gestión, y exigió, sin sonrojarse, que le entreguen el Premio Nobel de la Paz.
“Deberían darme a mí el Nobel de la Paz”, proclamó, después de referirse a los migrantes como “invasores” y de denunciar las políticas de fronteras abiertas, porque nada dice “paz” como bombardear países y cerrar puertas a quienes huyen de la guerra.
La realidad, ese detalle incómodo
Según Trump, ningún otro presidente había hecho lo que él: resolver siete conflictos bélicos de un plumazo. El problema es que, en el mundo real, solo dos guerras concluyeron en ese lapso. Una fue la larga disputa en Nagorno-Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán. La otra, la “guerra de los 12 días” entre Israel e Irán, cuya “paz” se logró gracias a un detalle menor: bombardear las centrales nucleares del país persa. Todo un canto a la diplomacia.
“Nadie logró lo que yo. La ONU solo se quedó a medio camino”, disparó Trump, entre acusaciones a la “incapacidad” de la organización para manejar un planeta en crisis.
Promesas que quedaron en Alaska
Trump también recordó, como quien anota méritos, que prometió terminar con la guerra entre Rusia y Ucrania. Incluso se reunió con Vladimir Putin en Alaska, quizá esperando que el frío hiciera milagros. Pero, a falta de resultados, lo que queda es otra promesa incumplida.
Sobre Medio Oriente, su aporte a la paz fue todavía más peculiar: respaldar sin fisuras la ofensiva de Netanyahu en Gaza y la expansión de colonias en Cisjordania. Todo en nombre de la “represalia” contra los países que reconocieron al Estado de Palestina.
El héroe contra la “mayor amenaza”
En el clímax de su discurso, Trump se felicitó por haber acabado con “la amenaza más grave de la historia”: las capacidades nucleares de Irán. “Hace tres meses soltamos bombas sobre las centrales nucleares iraníes, algo que ningún otro país ha hecho”, relató como si hablara de inaugurar un campo de golf.
Con datos inflados, verdades a medias y una retórica que confunde destrucción con diplomacia, Trump logró lo que parecía imposible: que la apertura de la Asamblea General de la ONU sonara más a un sketch de comedia política que a un foro de debate mundial.